martes, 13 de octubre de 2009

Opinión personal sobre las dos primeras clases

Para comenzar este blog me gustaría hablar de la primera impresión que he obtenido de esta asignatura. Tras haber recibido dos clases de la misma he podido darme cuenta la metodología educativa que, a priori, se va a llevar a cabo en ella. Ésta va a basarse en actividades prácticas, lo cual me parece muy interesante ya que así, según he podido comprobar en otras asignaturas, aprendo mucho más, dado que olvido los nervios que me produce un examen y no me centro en memorizar sino en entender. Teniendo esto como consecuencia un mayor aprendizaje.

Hoy he recibido la segunda clase de esta asignatura, en la cual me he llevado una sorpresa muy agradable, ya que tras dos años de carrera cursados es la primera vez que he escuchado una charla como la que he recibido hoy. Ésta se encargaba de subrayar la importancia de no usar eufemismos y de llamar a las cosas por su nombre. Esta idea me parece sumamente importante ya que tendemos a usarlos continuamente. Por ejemplo, a un negro socialmente se tiende a llamar negrito o persona de color, sin embargo a un blanco no se le dice blanquito ni persona de color, ¿por qué?, ¿somos los blancos transparentes? o, ¿son los negros mas pequeños que los blancos y por eso se les pone el diminutivo?.

De igual forma ocurre cuando evitamos decir que una persona no es normal. El no ser normal no es más que tener una/s característica/s diferente/s a la/s que tiene la media de una sociedad determinada. Sin embargo, ante esta frase: “Voy a dar de comer a dos niños, uno autista y otro normal”. La reacción social generalmente tiende a ser negativa, ante ello me pregunto, ¿es acaso malo ser diferente? ¿se es inferior por no ser normal?

Otro caso similar ocurre con los minusválidos, referirnos a un minusválido como minusválido no está bien visto, sin embargo decirle persona minusválida si lo está. Ante ello me vuelvo a realizar otra pregunta, cuando nos referimos a un rubio, ¿también decimos persona rubia? o, ¿es que ser rubio es mejor que ser minusválido y por eso no es necesario ponerle la palabra persona delante?

Es más, incluso ni decir persona minusválida esta totalmente en nuestra sociedad aceptado, se “debe” decir persona discapacitada. Sin embargo si atendemos a la etimología de ambos conceptos vemos que los dos significan prácticamente lo mismo. En el caso del término minusválido minus- significa menos, por lo que si completamos con -válido hacemos referencia a una menor valía. En el caso de discapacitado dis- significa menos por lo que discapacitado igualmente hace referencia a una menor capacidad.

Es decir minus- y dis- son prefijos que indican menos, sin embargo la fonética de minus es mas similar a la de menos por lo que se asocia más rápidamente la palabra minusválido al significado que engloban ambas palabras. Discapacitado, sin embargo, no se aprecia de forma tan directa su significado. Por ello “suena mejor”. Suena mejor dado que oculta más esa realidad que socialmente no acaba de estar aceptada, y ésta no es sino el que haya minusválidos físicos o psíquicos. Me encanta hablar de este tema y por ello he obtenido mil respuestas ante tal opinión que poseo con respecto al mismo. Una de ellas, la que mas he recibido, ha sido el no estar de acuerdo con llamar a un minusválido ni minusválido, valga la redundancia, ni discapacitado, ni persona minusválida, ni persona discapacitada, sino llamarles personas con diversidad funcional o movilidad reducida ya que los minusválidos no son menos válidos que el resto sino que es la sociedad la que hace que éstos no puedan ser igual de válidos.

Ante ello pienso lo siguiente. Un minusválido físico, por ejemplo, es menos válido físicamente de lo que lo es la media de la sociedad, independientemente de que tenga otras cualidades más, menos o igual de válidas que el resto de la sociedad. Que una persona, por ejemplo, no pueda agacharse no es culpa de la sociedad, por ello no comparto el decir que la minusvalía es producida por la sociedad, no, es producida por la genética o por el destino, pero no por la sociedad. La sociedad lo único que hace, o mejor dicho, debería hacer, es suplir esa minusvalía con una perfecta concienciación y arquitectura, consiguiendo así suplir esa minusvalía y convertirla en “igualvalía” en lo máximo posible. Pero no obviemos la realidad no deja de ser minusválido aun cuando se haya suplido artificialmente dichas limitaciones.

Personalmente creo que en muchos casos el uso de eufemismos esconde un sentimiento de superioridad por parte de quien los usa, sea éste conciente o no. El decir negro o minusválido, a modo de ejemplo, no son sino palabras, que designan una realidad, esté ésta bien considerada socialmente o no. He ahí el problema, desde mi punto de vista usando eufemismos lo que conseguimos es mostrar un sentimiento de pena y compasión hacia aquellas personas que no están consideradas como válidas para una parte de la sociedad. Así conseguimos “suavizar” la característica de ella, por ejemplo, en lugar de decir cojo decimos cojito para que así no sea tan “grave”.

Este hecho, el uso de eufemismos tal y como lo aquí mencionados, están muy aprobados por la sociedad actual (me refiero únicamente a la realidad que conozco) por lo que es muy difícil no usar los mismos y, mucho más aún, mostrar que no te sientes a gusto con el uso de ellos. Dado que incluso en el caso de los profesionales de la ciencias sociales se aboga por el uso de los mismos, veamos el ejemplo de haber aprobado el uso del término “persona discapacitada” como única nomenclatura válida para llamar a los minusválidos. No obstante no es necesario irnos tan lejos, basta con entrar en algunas de las clases impartidas en la facultad en la que recibo clases para darnos cuenta de ello.

Para finalizar este tema querría decir que las palabras, siempre según mi opinión, son positivas o negativas en función de la forma de mencionar la misma, de la forma de asimilarla el receptor, de la intención de la persona que la haya emitido y en función del sentido social que se les dé. Por ello creo que es importante que, aunque una palabra no esté socialmente bien considerada, si nosotros creemos que es válida, la usemos para así entre todos conseguir una sociedad en la que el lenguaje deje de ser una forma de considerar a personas superiores o inferiores por características tal y como una minusvalía o el color de piel.

Sin más agradecer la clase de hoy dado que me ha gustado enormemente ya que, por fin, se ha apostado por llamar a las cosas por su nombre. Y, por supuesto, daros las gracias por vuestra lectura.

1 comentario:

Almudena Martínez Gimeno dijo...

Felicidades por tu Blog. logicamente estoy de acuerdo con lo que has escrito, pero sobre todo me gusta tu forma de razonar. Buen comienzo.